Tras el problemático acuerdo nuclear: escenarios y recomendaciones

Medio Oriente

Amos Yadlin Fuente: Aurora

El acuerdo alcanzado en Viena entre las potencias mundiales e Irán sobre el programa nuclear de Irán, el Plan Integral de Acción Conjunto (JCPOA), es un acuerdo muy problemático que conlleva riesgos para la seguridad nacional de Israel. Es muy probable que el acuerdo será implementado y sus medidas prácticas tendrán efecto, y parece que Israel tiene poca capacidad para influir en el proceso en este punto. Sin embargo, una comparación con el Acuerdo de Viena y el Acuerdo de Munich firmado con la Alemania nazi en 1938 es descabellada y no tiene nada que ver con la situación estratégica actual de Israel, ya que Israel es un país fuerte que, con la adopción de políticas apropiadas, es capaz de contender con éxito con las ramificaciones de este acuerdo problemático.

La posición de la administración estadounidense de que este es el mejor acuerdo posible refleja dos supuestos adoptados por las seis potencias que negocian con Irán. El P5 + 1 cree que el régimen de sanciones contra Irán se desmoronaría si no se logra un acuerdo, y los poderes de negociación se quedarían sin ninguna influencia significativa que podría ser esgrimida contra Teherán. Además, en el curso de las negociaciones, la opción militar fue retirada efectivamente por los Estados Unidos – socavando el principal punto de influencia sobre el régimen iraní. A lo largo de las negociaciones, el gobierno de Obama insistió en que la única alternativa a un acuerdo era la guerra, y que el pueblo estadounidense no podría soportar otra guerra en el Medio Oriente.

Esta declaración es muy problemática, desde ambas perspectivas operativas e históricas. Hay una variedad de maneras de neutralizar la capacidad nuclear de un país de manera quirúrgica, milimétrica, y sin que se produzca una escalada. Teniendo en cuenta que ya en una fase temprana de las conversaciones los Estados Unidos eliminaron la posibilidad de un ataque militar y dejaron claro a los iraníes que estaban interesados en llegar a un acuerdo “legal”, su posición en las negociaciones fue débil. En consecuencia, era específicamente Irán, que necesitaba el acuerdo mucho más que la administración Obama. En última instancia, las negociaciones concluyeron con un acuerdo mucho más cerca de la posición iraní. Esta dinámica, que se desarrolló durante las negociaciones, no augura nada bueno acerca de cómo se manejarán las futuras violaciones iraníes del acuerdo.

El acuerdo, y en concreto sus aspectos problemáticos, debe evaluarse en tres niveles: el aspecto nuclear de corto plazo, el aspecto nuclear a largo plazo, y la actividad convencional negativa de Irán en el Medio Oriente.

El acuerdo contiene una serie de elementos positivos en el nivel nuclear a corto plazo

El acuerdo deshace el programa nuclear iraní hasta el punto de un tiempo de ruptura de un año, se reduce el alcance del programa, y lo coloca bajo un régimen de verificación que es mucho más invasivo que el sistema actual e incluye acceso a las instalaciones militares. Por lo menos durante los próximos diez años, la amenaza del armamento nuclear en Irán se ha reducido. Aunque Irán mantiene una infraestructura nuclear significativa, debe ser comparada con la infraestructura que existía a finales de 2013, antes del acuerdo provisional. Si no se hubiese llegado a ningún acuerdo, la infraestructura existente en el año 2013 se habría ampliado aún más hasta el punto de la capacidad de ruptura inmediata, sin régimen de inspección en el lugar. Comparado con el actual acuerdo, un “acuerdo de fantasía” en el que Irán no enriquezca uranio no es realista.

Sin embargo, el panorama es mucho más sombrío y más ominoso en relación con el medio y largo plazo

El acuerdo legitima el estado de Irán como un Estado umbral nuclear. Este status se afianzará aún más después de la eliminación de las limitaciones temporales en el ámbito del programa y una vez que se permita a Irán operar un número ilimitado de centrifugadoras avanzadas, reanudar el enriquecimiento ilimitado del uranio de 20 por ciento, y participar en el reprocesamiento de plutonio.

Como ha reconocido el presidente de los Estados Unidos, esta situación acercará a Irán a la hora cero de obtener una bomba. Las reglas y normas aprobadas para Irán, tanto a corto como a largo plazo, harán que sea difícil lidiar con las aspiraciones nucleares de otros países de la región, que – a la luz del acuerdo – también pueden exigir el derecho a desarrollar comparables capacidades de umbral.

Del mismo modo, en sus aspectos no nucleares, el acuerdo es sumamente problemático y constituye un reto importante para la seguridad nacional de Israel. El levantamiento de las sanciones facilitará la afluencia inmediata de más de 100 mil millones de dólares a Irán, así como miles de millones adicionales de dólares durante la próxima década.

Aunque la mayor parte de estos fondos se invierten en la economía iraní, quedará suficiente dinero para fortalecer las fuerzas militares convencionales de Irán; desarrollar la industria de defensa de Irán; y apoyar la preservación del régimen asesino de Bashar al-Assad en Siria. Todos ellos van a ayudar a Irán a avanzar sus aspiraciones hegemónicas y las actividades subversivas en la región.

Tres escenarios posibles

Los acontecimientos en el Oriente Medio en los últimos años ponen de manifiesto la dificultad de prever los acontecimientos futuros. La agitación regional en el Medio Oriente;

el surgimiento del Estado Islámico; la disolución de las estructuras estatales en Siria, Irak y Libia; la crisis en Ucrania; y otros acontecimientos sorprendentes ilustran esta dificultad también. No obstante, algunos escenarios futuros básicos deben ser descritos, con el fin de preparar una respuesta integral y creíble a las amenazas estratégicas que presentan. En el contexto iraní, los preparativos deben hacerse durante tres escenarios principales.

El primero, y más optimista, es el “escenario de transformación”, por el que Irán sufre un cambio interno y para el final del período del acuerdo se ha convertido gradualmente en un país menos radical. Este proceso puede ocurrir de forma natural si una generación más joven se integra en la dirección nacional, y los radicales extremistas se sustituyen por figuras reformistas más liberales. Si esto ocurre, un nuevo régimen – menos hostil y menos amenazante para Israel y Occidente – podría llegar al poder. Por desgracia, la probabilidad de que este escenario se materialice es muy baja, ya que los centros de poder en Irán son controlados por líderes religiosos y los Guardianes de la Revolución, que se verán reforzados por el acuerdo.

El segundo es el “escenario Corea del Norte”, en el que Irán viola sus compromisos en virtud del acuerdo de Viena después de algunos años y consigue una bomba nuclear, en la línea de lo que ocurrió en Corea del Norte sólo unos años después de que se firmó un acuerdo similar. En cualquier punto en el tiempo futuro, si Irán llega a la conclusión de que las ventajas estratégicas de llegar a la bomba nuclear supera los peligros que puede implicar una respuesta militar occidental, no hay duda de que Irán va a elegir la bomba. Este escenario es poco probable, pero no es imposible.

Si se juega, se constituirá un cambio dramático. Por lo tanto, exige a Israel y Occidente para mantener la inteligencia y la capacidad operativa para detener la obtención de Irán de una bomba nuclear.

El tercero es el “escenario de paciencia estratégica”, por el que Irán cumplirá con el acuerdo basado en el entendimiento de que, después de 10 a 15 años, va a surgir como un estado umbral nuclear legítimo con una amplia infraestructura nuclear ilimitada. Este es el escenario más probable y más peligroso. Durante el período del acuerdo, Irán seguirá esforzándose para lograr la hegemonía regional y utilizar el dinero que recibe de las sanciones levantadas para profundizar sus habilidades tecnológicas y conocimientos en el ámbito nuclear. Esto permitiría a Irán llegar de la hora cero de ruptura siempre que lo considere oportuno.Recomendaciones de políticas

En primer lugar, Estados Unidos e Israel deben prepararse para los escenarios problemáticos descritos anteriormente (el “escenario de Corea del Norte” y el “escenario de paciencia estratégica”). Israel debe llegar a acuerdos con los Estados Unidos con respecto a una manera compartida y coordinada para hacer frente a los riesgos derivados del acuerdo. Tales acuerdos y entendimientos deberían incluir las siguientes áreas: cooperación de inteligencia para compensar fallas en el ámbito de las inspecciones; una definición clara de lo que constituye violación significativa del acuerdo; mecanismos de respuesta en caso de violación; y un paquete de ayuda de seguridad para mejorar la capacidad de Israel de lidiar con las amenazas que se derivan del fortalecimiento de Irán y sus aliados terroristas, y frustrar la ruptura del umbral nuclear de Irán.

Como Israel no es signatario del acuerdo de Viena y no se considera a sí mismo como obligado por él, Israel debe llegar a un acuerdo corolario con Estados Unidos para una respuesta coordinada de los dos países en la cara de los escenarios futuros problemáticos descritos más arriba.

En segundo lugar, Israel debe tomar ventaja los próximos años para prepararse para los peligros a medio y largo plazo derivados del acuerdo.

Los próximos cinco años proporcionan a Israel un respiro y se pueden usar para preparar a las Fuerzas de Defensa de Israel y al país para los retos esperados en el mediano y largo plazo. Durante los primeros cinco años del acuerdo, Irán se mantendrá bajo el embargo de armas y este intervalo dará tiempo a Israel para construir la fuerza necesaria para una mejor defensa contra misiles y cohetes mediante el desarrollo de sistemas de defensa y mejorar la opción militar estratégica contra Irán.

En tercer lugar, es necesario prepararse para la posibilidad de la proliferación nuclear adicional en el Medio Oriente, derivada de la legitimidad otorgada a Irán. La motivación en los estados del Golfo para lograr capacidades nucleares comparables a las de Irán aumentará, tanto por miedo a Irán como por una demanda de igualdad. Israel debe seguir estos acontecimientos problemáticos con cuidado y trabajar en conjunto con la comunidad internacional para prevenirlos.

Por último, y a pesar de la gravedad con la que se ve el acuerdo, Israel debe abstenerse de intervenir en el sistema político estadounidense. El Congreso de Estados Unidos no es un lugar apropiado para que Israel intervenga en una lucha partidista. Israel, sin embargo, tiene la obligación de transmitir sus evaluaciones tanto a partidarios y opositores del acuerdo dentro de los Estados Unidos con respecto a la naturaleza problemática de la JCPOA y las ramificaciones del acuerdo, asegurando al mismo tiempo que el debate político se produzca sin la intervención israelí.

Fuente: INSS.

http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Newsletter/66203/?utm_source=Noticias+diarias+Viernes-TEA&utm_medium=24-07-2015%202da%20edic

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