Por qué no reconstruyen Gaza

Medio Oriente

Jonathan S. Tobin

Editor jefe online de la revista Commentary

«El pasado verano el fuego israelí destruyó numerosos hogares palestinos. Pero fue porque el Gobierno de Gaza lanzó miles de cohetes contra ciudades y pueblos israelíes y empleó sus túneles para lanzar raids terroristas mientras desechaba ofertas de alto el fuego, hasta que su apetito de crear miseria se sació. En lugar de defender a los palestinos, Hamás usa a los habitantes y las viviendas de Gaza como escudos terroristas. Hay numerosos refugios ahí, pero siguen destinándose a las bombas de Hamás, no a la gente. Hay numerosas excavaciones en curso, pero no para poner los cimientos de nuevas viviendas sino para crear túneles que sirvan para facilitar el secuestro y asesinato de israelíes»

Ha pasado un año desde la finalización de la última guerra de Gaza y aquellos que perdieron sus hogares durante los combates siguen esperando la reconstrucción de los mismos. Si uno escucha a los propagandistas palestinos, es culpa de Israel. Esa es la idea que se desprende de un artículo publicado el lunes en el New York Times por Mohamed Omer. Según éste, Gaza es un “Gulag en el Mediterráneo” que aún sufre la “ocupación” israelí, aunque el Estado judío retirara hasta el último de sus soldados, colonos y asentamientos hace diez años. Todos los problemas de la Franja, sostiene, pueden achacarse al cerco israelí, que aprisiona y sofoca a los palestinos que viven ahí. Pero, oh sorpresa, la víspera había aparecido en el propio NYT una evaluación ligeramente más realista de lo que sucede. La razón de que ni una sola de las 18.000 viviendas destruidas o dañadas durante la guerra sea habitable no tiene nada que ver con Israel.

Incluso los funcionarios de Hamás admiten que los israelíes no han impedido el paso a la Franja de cemento y demás materiales de construcción. Parte del problema radica en el engorroso proceso requerido para la autorización del paso de dichos envíos. El fracaso de los donantes internacionales, especialmente los del mundo árabe, a la hora de cumplir sus compromisos de ayuda a Gaza es también notable. Pero lo fundamental es que, si bien los hogares aún no se han reconstruido, hay un montón de actividad constructora en Gaza. Lamentablemente, el trabajo está concentrado en la construcción de túneles terroristas y otras infraestructuras militares que permitan a Hamás lanzar una nueva guerra contra Israel cuando le interese, o cuando se le antoje a sus aliados iraníes.

El argumento de Omer es harto familiar. Israel no debe obstaculizar el libre tránsito de bienes y personas desde o hacia Gaza. El cerco –en el que Egipto desempeña un papel tan importante como Israel, aunque Omer apenas repara en ello– hace que el Gobierno de Hamás no sea sino una “administración municipal”. Esto es ridículo. La razón por la que la comunidad internacional no tiene problemas con el liviano bloqueo de Gaza es que ésta está comandada por una organización terrorista.
Gaza es un Estado palestino independiente en todo menos en el nombre, y su Gobierno cree que su principal misión es librar la guerra contra Israel para poner fin a la “ocupación”. Pero por ocupación no entiende el dominio israelí sobre la Margen Occidental o incluso sobre Jerusalén. Como repetidamente dicen sus líderes y pone en su carta fundacional, la ocupación según Hamás hace referencia a todo Israel. La guerra no es de carácter limitado sino existencial, y su único objetivo es la erradicación de Israel. Hamás mantiene su tiránico control sobre la Franja tratando de dirigir el foco de la ira popular hacia los israelíes y hacia sus rivales de Fatah en la Margen Occidental.

El de la reconstrucción es un problema terrible para la gente de Gaza, pero también indica que la propaganda que acusa a los israelíes de crear una crisis humanitaria es un mito. Todos los días, convoyes de camiones con alimentos, medicinas y material de reconstrucción llegan a la Franja con el visto bueno de la comisión conjunta ONU-Israel-Autoridad Palestina. Pero, de alguna manera que no ha resultado en la reconstrucción de los hogares, como refiere el NYT, los propietarios que pueden comprar los materiales necesarios los revenden en el mercado negro. Esto asegura que sean empleados –con la ayuda iraní llegada de contrabando– en la construcción de más túneles a lo largo de la frontera con Israel o en otros proyectos militares. Todo el mundo sabe que el sistema de control internacional ha fracasado a la hora de impedir que la ayuda se desvíe a los proyectos terroristas de Hamás.

Mientras, informa el NYT, 37.000 toneladas de cemento autorizadas por Israel permanecen sin utilizar en los almacenes. Esto es mayormente debido a la incompetencia de Hamás y al hecho de que el mundo árabe se muestra dubitativo a la hora de mandar fondos a Gaza, que no serán usado para ayudar a la gente.

Esto es una tragedia, pero la simpatía hacia los sufrientes palestinos y las críticas a Israel no van a solucionar las cosas. Si los palestinos hubieran usado la retirada israelí para construir una sociedad y una economía libres, podrían haber prosperado. En lugar de ello, el sangriento golpe de Hamás permitió al grupo terrorista transformar la Franja. No en una prisión sino en una fortaleza terrorista.

El pasado verano el fuego israelí destruyó numerosos hogares palestinos. Pero fue porque el Gobierno de Gaza lanzó miles de cohetes contra ciudades y pueblos israelíes y empleó sus túneles para lanzar raids terroristas mientras desechaba ofertas de alto el fuego, hasta que su apetito de crear miseria se sació. En lugar de defender a los palestinos, Hamás usa a los habitantes y las viviendas de Gaza como escudos terroristas. Hay numerosos refugios ahí, pero siguen destinándose a las bombas de Hamás, no a la gente. Hay numerosas excavaciones en curso, pero no para poner los cimientos de nuevas viviendas sino para crear túneles que sirvan para facilitar el secuestro y asesinato de israelíes. Si las demandas de los sedicentes grupos de derechos humanos para garantizar una frontera de Gaza abierta surtieran efecto, resultaría en una mayor amenaza militar para Israel y Egipto, no en la libertad para los gazatíes.

Como cuenta el NYT en otro artículo, en los pueblos y comunidades agrícolas israelíes vecinos a la frontera que afrontan constantes ataques terroristas hay la determinación de no permitir la victoria de Hamás. En lugar de abandonar un lugar tan peligroso, los israelíes están acudiendo allí y fundando hogares, demostrando así su determinación de sobrevivir. Mientras, Israel continúa gastando dinero en proteger a su ciudadanía de los cohetes terroristas en lugar de usarla como escudos humanos, a la manera de Hamás.

Los problemas de Gaza sólo se resolverán cuando la gobiernen líderes que valoren las vidas y haciendas de su gente tanto como lo hace Israel. Con Irán deseando gastar en ayudar a Hamás parte de la vasta riqueza que le sobrevendrá como consecuencia del acuerdo nuclear, no hay duda de que en Gaza habrá más búnkeres y túneles, pero pocas viviendas. En lugar de culpar a Israel por lo que pasa en territorios que ya ha abandonado a fin de conseguir la paz, es tiempo de que la comunidad internacional se centre en el auténtico problema. Cuando no estén bajo la férula de un grupo obsesionado con una ideología de odio que le lleva a luchar por la destrucción de Israel, los palestinos reconstruirán Gaza y no habrá riesgo de una nueva guerra.

© Versión original (en inglés): Commentary

© Versión en español: Revista El Medio

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