Israel, un granero tecnológico en plena expansión

Ciencia y Tecnología

La lista es larguísima: sistemas para prevenir el cáncer en zonas de selva con teléfonos móviles, para transformar texto en vídeo y aumentar el tráfico de las páginas «web» de los medios, para cocinar menús saludables en un minuto, para mejorar la interactividad de los espectadores de televisión.

Asimismo, para medir el dolor humano identificándolo claramente en el cerebro, para garantizar la seguridad en los coches automatizados que circularán sin conductor, para reciclar el dióxido de carbono de la atmósfera, para ayudar a los invidentes a leer, para cultivar en el desierto.

Es enorme la explosión innovadora en este pequeño, árido y peculiar país de Oriente Medio que ha padecido el acoso de sus vecinos y de otros países del mundo.

«Las grandes empresas se han dado cuenta de que es más rentable adquirir una start up cuando aún empieza su andadura porque así cuesta menos», explicó a Efe el director del departamento para América Central del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Lior Haiat.

Por eso se asienta en Israel, «para descubrir sin tener que esperar hasta la fase comercial de un producto o servicio, qué se está cocinando y qué desarrollos son los más prometedores».

Sólo en Tel Aviv, la cifra de empresas emergentes o «start up» que existe ronda el millar, lo que representa una media de 19 por cada kilómetro cuadrado, el mayor porcentaje por habitante en el mundo, por encima incluso de EEUU. A esta cifra se añadiría la del resto de empresas en otras partes del país.

Se trata de pequeñas empresas tecnológicas que comienzan su andadura sin apenas recursos, muchas veces entre amigos, normalmente jóvenes, con unos pocos ordenadores trabajando desde sus propias casas, y que intentan llevar a la práctica proyectos muy innovadores.

Muchas de ellas fracasan, pero las que prosperan suelen atraer a inversores que apuestan por ellas para seguir creciendo, o directamente terminan siendo absorbidas por empresas ya consolidadas.

Alrededor de 5.000 empresas de este tipo son creadas anualmente en Israel, una cifra que supera la de toda la Unión Europea.

De ellas aproximadamente el 80 por ciento fracasa aunque la tasa es bastante menor que en el resto del mundo; las que siguen adelante y obtienen beneficio, contribuyen además a crear empleo, crecimiento económico y bienestar social.

Precisamente esta semana, en la prestigiosa Universidad Hebrea de Jerusalén, entre cuyos fundadores está el genio Albert Einstein, se celebra hasta el jueves, la macroconferencia mundial de ciencia WSCI 2015, con quince Premios Nobel, además de decenas de eminentes investigadores internacionales y cuatrocientos jóvenes «talentos» de universidades de setenta países.

Uno de los aspectos debatidos ha sido el de la consideración de Israel en su conjunto como una «start up» y se han presentado algunas de las iniciativas recientes más innovadoras.

La aceptación del fracaso como oportunidad para reemprender un negocio fallido, el entusiasmo, la buena planificación, la organización clara de ideas y el trabajo intenso son algunas de las claves para triunfar, han insistido los intervinientes.

Otros requisitos para el éxito emprendedor son: un marco legislativo favorable a la creación de empresas que no castigue el fracaso, programas de ayuda al emprendedor, apoyo gubernamental al que tenga que cerrar su negocio y una estrecha interconexión con la universidad.

En el caso de los israelíes, también influye su paso durante tres años por el Ejército y su experiencia desde muy jóvenes en situaciones difíciles de conflicto además de las limitaciones para cruzar fronteras adyacentes, que los recluyen a su reducido territorio, según se ha destacado en las jornadas.

Fuente: Terra

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