Israel teme que los misiles rusos S-300 acaben en manos de Hizbolá y Siria

Israel

Por Sal Emergui

Enfado y preocupación en Israel ante la decisión rusa de levantar la prohibición de la entrega a Irán de los sofisticados misiles antiaéreos S-300. Para el Gobierno israelí, se trata del «resultado directo» del acuerdo marco entre las potencias e Irán sobre el plan nuclear.

«Siempre hemos dicho que en el momento que el dispositivo de sanciones empiece a aflojarse, los países se sentirían legitimados a hacer con Irán cosas que antes no hicieron», afirma el ministro de Interior israelí, Guilad Erdan, en una entrevista a la radio militar.

Tras la firma de la venta de este arsenal en el 2007, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, conversó con el dirigente ruso Vladimir Putin para suspender o al menos aplazar la entrega. Una tarea de persuasión en la que Estados Unidos participó de forma decisiva. «Pero ahora que posiblemente se va a firmar un acuerdo (sobre plan nuclear) a todo precio, parece que el presidente de Rusia se permite estos acuerdos armamentísticos de largo alcance», añade Erdan.

Más allá de si es o no un efecto del anuncio del acuerdo marco sobre el plan nuclear iraní anunciado hace dos semanas en Lausana, la preocupación israelí se centra en dos frentes. Por un lado, el complejo y moderno sistema defensivo antiaéreo S-300 (sus misiles tiene un alcance que oscilan entre los 200 y 350 Km según el modelo) dificulta un ataque aéreo contra las centrales nucleares iraníes. En este sentido, la Fuerza Aérea israelí ha entrenado en los últimos años en países como Grecia para esquivar los radares y misiles de este tipo de sistema.

Cabe destacar, sin embargo, que la posibilidad de un ataque militar israelí en solitario contra el proyecto nuclear iraní definido por Netanyahu como «amenaza existencial» se ha reducido de forma muy significativa en los últimos dos años. No sólo por motivos militares sino también internos, diplomáticos y estratégicos.

La otra gran preocupación en el Ministerio de Defensa israelí es que el arsenal ruso acabe a manos de dos aliados de Irán en la región: el régimen sirio de Bashar Asad y el grupo chií libanés Hizbulá. El sistema S-300 en manos de esta milicia liderada por el jeque Hasan Nasralá desafiaría la enorme superioridad aérea israelí la próxima vez que se enfrenten en una guerra y limitaría la libertad, también enorme, que gozan hoy los cazas israelíes para sobrevolar el Líbano. Estas misiones -en su gran mayoría destinadas a recabar información desde los cielos libaneses- son frecuentemente condenadas por el Gobierno de Beirut.

Israel ve el anuncio de Moscú como el inicio de una nueva realidad regional. Netanyahu teme que de esta forma se irá levantando gradualmente el embargo de armas a Irán que tiene en su poder un arma atractiva para Rusia y otros países: petróleo.

«Incluso cuando Irán desautoriza artículo tras artículo del acuerdo marco anunciado, la comunidad internacional empieza a aliviar las restricciones. Es el resultado directo de la legitimidad que Irán está recibiendo tras el acuerdo marco», denuncia el ministro de Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz, que acusa a Teherán de «usar el levantamiento de sanciones para armarse y no para el progreso de sus ciudadanos. Avanzadas armas en su poder sólo aumentarán sus agresiones en Oriente Medio».

Irán, por su parte, reitera que no tiene intención de obtener armas nucleares y señala que «la entidad sionista es la única potencia nuclear en la región».

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