Antisemitismo en el mundo. Y en Chile también

COMUNIDAD

Por Ricardo Israel

Revista Shalom

El último ADL Global 100, correspondiente al año 2014, fue entregado al público. Hecho por la Anti-Defamation League, es quizás uno de los más completos a nivel mundial. El total de los encuestados refleja una población adulta que equivaldría a un porcentaje apreciable del total mundial: 4.161.578.905 adultos, lo que entrega una cantidad de personas con actitudes y sentimientos antisemitas de un apreciable 1.090.000.000, es decir, un 26% del índex.

El estudio descompone al mundo por criterios geográficos, pero también por su historia en relación a los judíos. Así aparecen las Américas con 21 países, desde los Estados Unidos hasta Jamaica; Asia con 17 naciones; Europa del Este con 17; Oriente Medio y África del Norte con 18; Oceanía con 3; el África Subsahariana con 11; y Europa Occidental con 17 países, lo que da un total de 104 naciones.

Ahora, si el promedio del índex da el 26%, la división por regiones nos da el siguiente resultado: las Américas 19%, Asia 22%, Europa del Este 34%, Oriente Medio y África del Norte 74%, Oceanía 14%, África Subsahariana 23%, y Europa Occidental 24%.

Al azar, a nivel de países se da lo esperado: desde Dinamarca con un 9% a un 93% en los territorios palestinos de Gaza y la Margen Occidental (así se les llama en el estudio), con muchas alternativas intermedias que incluyen, a modo de ejemplo, el Líbano con un 78%, Alemania con un 27%, Francia con un 34%, y países con muy bajo porcentaje de judíos como Polonia con un 45%, España con 29% , y en el Oriente, China y la India comparten un 20% de actitudes antisemitas.

Hasta aquí, nada sorprendente. Es decir, a mi juicio, lo más notable del estudio es que confirma lo que todos sabemos: la supervivencia del antisemitismo como quizás el sentimiento negativo y actitud discriminatoria más antigua y perdurable contra un pueblo.

El cuestionario es inteligente y se les pregunta primero a los encuestados por sus propios países, sus opiniones sobre la situación política y económica, y otras religiones, antes de entrar a las preguntas que tienen que ver con los judíos como tales.

En las Américas se va desde un 9% en los Estados Unidos hasta un 52% en Panamá. Canadá figura con un 14% y Brasil con un 16%. Chile figura en la medianía con un 37%, al igual que muchos otros países de la región que también andan en los treinta y tantos, en un listado donde las Américas figuran con un promedio de 19% en el índex que representaría a una población adulta de 627.649.609 y un número aproximado de 120 millones de personas con actitudes y sentimientos antisemitas.

Así como los resultados finales no son sorprendentes, sí es para mí llamativo y grato que el porcentaje de la región sea tan bajo en comparación a otras y que las actitudes de gobiernos claramente antisemitas no se vean reflejadas en las opiniones de sus habitantes, como es el caso de Venezuela donde el índex es de 30%; el mismo de Bolivia, es decir, ambos inferiores a Chile.

Así como esto es una buena noticia, no lo es el 34% de Francia en Europa Occidental, pero tampoco es sorpresivo, toda vez que ese país refleja la mayor cantidad de actos hostiles (incluyendo ataques violentos a personas, profanaciones de sinagogas y cementerios) desde la década del ´30, sin contabilizar por cierto el Holocausto, pero que no debiera llamar mayormente la atención, considerando la cantidad de franceses que están emigrando a Israel y la conocida colaboración de ciudadanos franceses y del gobierno de Vichy con el ocupante nazi, al entregar a compatriotas judíos que terminaron en campos de concentración.

El estudio está bien hecho y corresponde a las mejores prácticas de las ciencias sociales, por lo que se le debe atribuir un alto grado de consideración. De hecho, las preguntas no son burdas, ya que no se pregunta si quieren o no a los judíos, sino que están formuladas de tal manera que permite que salga en un alto nivel lo que realmente piensan, disminuyendo la posibilidad de esconder su verdadera opinión detrás de la llamada “corrección política”.

Las siguientes preguntas nos dan una idea de lo anterior: la primera es si los judíos son más leales a Israel que al país donde viven; la segunda, si los judíos tienen mucho poder en el mundo de los negocios; la cuarta, si hablan demasiado acerca de lo que les ocurrió en el Holocausto; la quinta, si los judíos se preocupan sólo de ellos y no de lo que le pasa a otros; la séptima, si tienen demasiado control sobre el gobierno de los Estados Unidos; la octava, si los judíos piensan que son mejores que otras personas; la novena, si tienen demasiado control sobre la prensa mundial; y la undécima, si la gente odia a los judíos por la manera en que éstos se comportan o actúan.

¿Me sorprende el resultado en relación a Chile? No; para nada. Al contrario: de muchos que vieron un alza en actitudes antisemitas durante la última confrontación bélica con Gaza, no creo que en nuestro país se haya dado ningún cambio significativo, ya que creo que el anti-israelismo es una versión moderna de la judeofobia. Creo que no hay ninguna consecuencia para quienes expresan actitudes notoriamente antisemitas; que los judíos con figuración pública en lo político y económico no utilizan su liderazgo, y no defienden adecuadamente a Israel; y que no ha existido una acción comunitaria y del liderazgo más decidida en temas como apoyar a otros judíos cuando son atacados en esa condición, presionar por posiciones internacionales de nuestros gobiernos, hacer un lobby más efectivo para que la legislación penalice el discurso del odio, y sobre todo, una acción más fuerte y coordinada hacia instituciones y personas que expresan ese odio.

Quizás no van a cambiar sus opiniones íntimas, dada la antigüedad y perdurabilidad del fenómeno, pero al menos se van a cuidar de expresarlo en forma tan ofensivamente abierta.

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